Desde siempre la civilización ha tenido como principal aliado a los buscadores de agua como base para la sostenibilidad, por lo tanto, no se puede negar la importancia de los perforadores de pozos para agua para la humanidad.
Los pozos excavados se encuentran entre las fuentes de aprovisionamiento de agua más antiguas. Los primeros pozos eran simples agujeros sin protección frente a los desprendimientos y que no han resistido el paso del tiempo, desapareciendo.
Las evidencias más antiguas de explotación minera del agua son:
Un pozo de dos metros y medio de diámetro y cuatro metros de profundidad excavado en Siria hace unos nueve mil años.
Otro de diez metros de profundidad excavado en Chipre hace entre nueve y diez mil años.
En Europa, el pozo más antiguo de trece metros de profundidad, en Alemania se remonta a hace unos siete mil años, y todavía se conservan maderas de su revestimiento interno.
Hay que tener en cuenta que estos pozos fueron excavados en los inicios del Neolítico y por tanto con herramientas de piedra, pues la Edad del Bronce no comenzó hasta hace unos 5.500 años. En Daimiel, Ciudad Real, el pozo más antiguo descubierto hasta el momento en España tiene dieciséis metros de profundidad y se remonta a hace unos 4.200 años.
De los métodos de exploración de estos pozos, nada sabemos, el arquitecto romano Marco Vitruvio, en su Arquitectura, fue el primero que abordó la cuestión de forma práctica, aconsejando lo siguiente:
“Para buscar agua, te tumbas en el suelo al amanecer, con la barbilla apoyada en la tierra para limitar la búsqueda a lo que puedas ver en tal posición. La encontrarás donde veas salir los vapores de la tierra.”
Nuestra realidad es ahora muy diferente, los avances tecnológicos nos han dado grandes capacidades de exploración y extracción, cambiando dramáticamente nuestras ciudades y campos agrícolas.
Hasta mediados del siglo XIX, todos los pozos fueron excavados o perforados manualmente. Los primeros pozos alimentados desde una fuente externa fueron impulsados por caballos que recorren en una pista circular.
En 1890, la energía de vapor comenzó a ser utilizada en todas las perforaciones de pozos y se mantuvo así por los próximos 50 años, hasta la invención del motor de combustión interna. Cuando el motor de combustión interna se ha aplicado a la perforación de pozos, se ha logrado una mayor eficiencia energética, de la cual disfrutamos hoy en los siglos 20 y 21.
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